Hoy la humedad me sabe a ti, esta noche los recuerdos nos llevaron al mismo lado, otra vez, como entonces. Te vas y me dejas con el corazón acelerado, no de amor, no de romance, de sed de ti. La platica no debe tener continuación, ambos lo sabemos, ambos nos conocemos.
Maldigo mi buena suerte y mi mala disposición, pues los besos no saben a nada, no saben a ti. De que me sirve probarlos si tu lengua no me quemará una vez más, de que me sirve entregarme a ellos sino me conocen como yo a ti. Para que quiero sus caricias si de antemano sé que hay egoísmo y desinteres en mi placer.
Pienso en todo esto y me reprocho el no haberme callado una vez, y dejar que al menos el deseo pudiera seguir. Deseo, si, porque a pesar de que no hay futuro y de que no habia nada más, habia un deseo endemoniado que hoy me esta quemando el cuerpo. El deseo que no apagó el tiempo, ni el cambio, ni el desamor. Deseo que me hace confesar cuanto te extraño. Deseo que sobrevivio ala costumbre y al placer rápido. Deseo, ¡Dios si supieras cuánto te deseo!
Deseo que me hace querer echarte de mi memoria para que así tampoco el cuerpo te extrañe, como te extraña ésta que un día fue tu mujer.
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