"Gatos y Palomas animales callejeros, similares contradictorios, pero sobre todo libres. Libres de sus actos, libres en su entorno."
Quisiera escribir una historia, velar lo que siento con personajes y escenarios ficticios, pero no puedo, no puede mi alma encontrar la metáfora y el sustantivo correcto para llamarte, para llamarme, para llamarnos.
Lo prohibido, el pecado, el vuelo de la noche más larga, la noche más deliciosa en la que esta mariposa ha podido volar, y muy a pesar nuestro, la mariposa voló a tu lado. Al lado del gato, de aquel que podía devorarla, pero que nunca lo hizo, pues entre ellos antes que naturalezas, instintos y garras existía la oscuridad de su origen. En la noche de la vida nos encontramos y hoy quiero decirte que de la noche no me moveré, porque aquí te encuentro a cada instante, porque aquí aún te siento, porque aquí te espero.
La mariposa negra sabe muy bien que nunca podrá volar de día, no lo desea, la luz del día la mataría. La paloma descubrió que una sutil jaula de hielo la atrapo, porque era de hielo a la luz del día y a la vista de todos, sin embargo, ese hielo se derretía cada noche que pasaba a lado de tu suave pelaje, se derretía sin más porque mis plumas y tu pelo, a pesar de las diferencias, nos transformaban en algo más; paloma con garras y gato con alas, uno solo, dos que nunca se devoraron, ni siquiera hoy, cuando el adiós parece irreversible.
En la noche me quedo porque ahí nos encontramos, porque de aquí soy y porque fue aquí que un día, varios días, con todas sus noches, tú decidiste salirte del calor que te daba el sol y sentir el calor de mi cuerpo. En la noche me quedo, pero nunca más estaré sola, tu amor me acompañará por siempre, ese amor que nunca te atreviste a nombrar pero que tu mirada y ahora cada letra me gritan sin más. Era un amor cobarde, lo sé, era un amor sin futuro, también lo sé, porque no tuvo otra cosa que el presente infinito, porque solo tuvo el instante en el que vivió, pero hoy, a pesar de tus garras y mis alas, el amor que nació ya nos trascendió. A él, a este infinito sentimiento, le haré el amor cada noche, con mis letras, con mis sueños y con cada lagrima que salga del corazón. A él, lo volveré inmortal para que no vuelva a temer por el pasado y el futuro, porque desde hoy estará en cada instante del tiempo. A él le dice la paloma, “No me iré lejos, siempre sabrás donde encontrar mi vuelo” Y la mariposa revoloteara siempre a la vista, para que un día, si es que el sol de la vida te quema, vuelvas a la noche y juguemos al quizás. Hoy, la paloma decide construir un nido, al que siempre podrás acudir, y sé, qué aun cuando alguna mirada obtusa me llame ramera, le diré, “si, lo soy con gusto, pero lo soy, solo para él, para mi amor, hasta el día que decida volver”.
Debo confesar que por momentos sentí la necesidad de ver la luz, de vivir como se debe, y por momentos también, creí que sería a tu lado. Pero también debo decir que me encontraba en una jaula, al fin lo sé, lo sabes, lo aceptó. Pero hubiera sido feliz en esa jaula, aunque creo que ambos sabemos que un día podría darme por escapar. Por eso no te reprocho nada, por eso me atrevo a decirte, te espero aquí, en ningún lado, en todos los lados de la noche, te espero porque te amo como nunca he amado y como nunca quiero volver a amar. Te espero porque creo que cuando el deber ser sea cumplido, la libertad de los compromisos, con ayuda del destino, nos volverá a juntar. Algún día, alguna noche, en otra vida, en esta vida quizás.
“Te invito a volver” le digo al amor, puedes volver cuando gustes, aquí estaré siempre, pasaran mil minutos, mil años si quieres, pero si un día, después de que la vida te fatigue con su normalidad, recuerda que aquí, en la oscuridad te esperaré hasta que muera.
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