Páginas

jueves, 20 de noviembre de 2008

Recuento (septiembre)

Espacios y tiempos que fueron llenados con tu presencia hicieron que una parte de mi vida te pertenezca, en medio de la soledad total, de los momentos en los que no había más que vacío, tu presencia pudo darle sentido al universo pues dos partículas de materia se juntaron para que tus ojos y los míos se vieran. La vida corrió rápido, no por el tiempo transcurrido, sino, por los sucesos que quedaron en la memoria y que pasan a ser recuerdos de lo que nunca fue realmente vivido para demostrar que aunque dos partículas de sueños se unan, aun cuando es un milagro del destino y creen poder sortear cualquier impedimento, si una de ellas, al menos por un momento duda de su propia existencia, el milagro se rompe y el imposible aparece. Era necesario encontrar un universo encerrado, escondido, donde tan impresionante experimento pudiera surtir efecto. Para mi desgracia el milagro se ha roto.

Te recuerdo a cada instante, porque cada instante añoro que el pasado sea borrado, pero las imágenes, circunstancias y fantasmas aparecen como si jamás pudieran irse lejos. Y aún cuando el destino benévolo me pone trampas para olvidarte, el estremecimiento de sentirme totalmente ajena a lo que ocurre me deja con un gran vacío, aún más grande que aquel que tú llenaste. Hoy la vida me permite trabajar nuevamente en lo imposible, pero el sueño aquel de encontrar agua fresca me presenta como futuro un gran desierto, y ante la línea que inicia el nuevo camino, vienen a mi momentos que no quiero dejar, tú, eres parte de un tiempo que fue quietud y fue anhelo, y que hoy no es más que mi más doloroso recuerdo.

El tiempo, nuestro tiempo es un recuerdo que se me ha tatuado en la piel y del que esta alma atormentada se valdrá para seguir su camino. Hoy tu recuerdo me hace preguntar cuanto he de esperar para encontrar el alivio que me acompañe a vivir, hoy, que mi tiempo navega en un mar de apariencias no sabes cuanto me cuesta sonreír y ponerme un antifaz que me disfrace de normal. Hoy, la fuerza se me va del cuerpo y me pregunto ¿dónde pondré el sentimiento? ¿Cuál será el basurero adecuado donde quepa lo que siento? Y el miedo me invade a cada instante, miedo de caminar y de volver a ser la sombra de aquel olvidado lugar, miedo a no poder volver a besar, ni a sentir lo que un día la vida miserable me hizo experimentar.

Hoy pienso en que aún cuando llegó el final, al final del viaje yo te esperaré y quiero pensar, como el buen cubano, que mi propio rastro me invitará a vivir y me dará una gasa que envuelva este dolor, y miraré al horizonte y caminaré otra vez. Hoy, esta noche que otra vez paso sin ti, tu nombre me deja un agridulce dolor.

No hay comentarios: