La desilusión navega en cada nube del cielo, una noche clara solo puede darse cuando la primavera se encuentra en todo su esplendor; es entonces cuando las estrellas permiten mostrar cuan pequeños somos.
El universo brilla sobre nuestros cuerpos y ufanos nos negamos a perdernos en su soledad, aprovechamos la claridad del cielo nocturno y el camuflaje que proporciona el sueño ajeno.
Caminantes de la noche que miran al cielo cuando el otoño y el invierno son irremediables y las gotas negras caen sobre su rostro. No se inmutan ante el dolor y la oscuridad del líquido que los recorre y usan la lubricación de su piel para encontrar lo prohibido.
Pienso en los escondites que la necesidad nos otorga. En tu silueta oscura, en tus ojos brillantes y en esa voz que mis sueños prohibidos recuerdan como un murmullo. La noche nos cobija y permite que el anonimato continúe. El ayer y el hoy nos tomaron por sorpresa, tal vez mañana nos volveremos a encontrar para que los murmullos con las siluetas de un cuerpo desnudo aparezcan una vez más.
No puedo hablar de ti. Tú nombre y el mío nunca se dirán en la misma frase, así comenzó nuestro camino por lo no visto, por lo no imaginado, por lo no previsto. Caminamos en él porque por un instante la ilusión se nos fue de las manos y la vida nos mostró que aún en el desencanto se nos guardan húmedas sorpresas.
Lo que no tiene un futuro reviste mi plumaje con tu sombra, estoy, estas, estamos sin que nadie nos encuentre, solos, más allá de lo contado, desnudos, más allá de lo advertido, jugando a que la ilusión del mundo aún nos permitirá recobrar el paraíso perdido.
El universo brilla sobre nuestros cuerpos y ufanos nos negamos a perdernos en su soledad, aprovechamos la claridad del cielo nocturno y el camuflaje que proporciona el sueño ajeno.
Caminantes de la noche que miran al cielo cuando el otoño y el invierno son irremediables y las gotas negras caen sobre su rostro. No se inmutan ante el dolor y la oscuridad del líquido que los recorre y usan la lubricación de su piel para encontrar lo prohibido.
Pienso en los escondites que la necesidad nos otorga. En tu silueta oscura, en tus ojos brillantes y en esa voz que mis sueños prohibidos recuerdan como un murmullo. La noche nos cobija y permite que el anonimato continúe. El ayer y el hoy nos tomaron por sorpresa, tal vez mañana nos volveremos a encontrar para que los murmullos con las siluetas de un cuerpo desnudo aparezcan una vez más.
No puedo hablar de ti. Tú nombre y el mío nunca se dirán en la misma frase, así comenzó nuestro camino por lo no visto, por lo no imaginado, por lo no previsto. Caminamos en él porque por un instante la ilusión se nos fue de las manos y la vida nos mostró que aún en el desencanto se nos guardan húmedas sorpresas.
Lo que no tiene un futuro reviste mi plumaje con tu sombra, estoy, estas, estamos sin que nadie nos encuentre, solos, más allá de lo contado, desnudos, más allá de lo advertido, jugando a que la ilusión del mundo aún nos permitirá recobrar el paraíso perdido.
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