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jueves, 11 de agosto de 2011

Muerte sin razón

Ayer perdí a la razón por última vez.

-Ha sido la última.

Me dijo, algo así como una voz interna, mientras desenredaban mis cabellos y tensaban las amarras.

- Mañana no la volverás a ver. Me he encargado de enterrarla en medio del desierto, donde las dunas nunca son iguales. ¿Para qué la querías siempre a tu lado? ¿Para pensar en lo que nunca te hará feliz? ¿para frenar tus vuelos por los bosques?

- La quería para que me quisieran. Para que mi madre besara mi frente y mi padre acariciara mis cabellos.

Le dije consternada. Pues mientras le contestaba recibía el primer pinchazo acompañado de ruidos que me decían:

-"Mañana estarás mejor, mañana seras la que fuiste antes."
He perdido la razón, y esa voz  me dice que sera la última vez, nunca más volverá. Siento como me hundo en en viaje sin retorno, donde las brisas te llevan de paseo y el mar se vuelve tu maestro.
Encuentro a mi razón, muerta, rota, casi transparente, la encuentro en medio de un bosque con lagos de nostalgia y niebla salida de los sueños, cabalgo en ratas que salen de su cuerpo maltrecho, las mismas que me carcomían el alma, hoy son libres, como yo, como mi cuerpo.
El viaje se pausa, mi última mirada se nubla ante el brillo de la primer lágrima de mi madre, no hay nada más, las ratas corren, mi cuerpo vuela, mi alma por fin muere.

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